Patrimonio de la Comarca

 

Patrimonio Histórico Civil de Liébana

La Comarca Lebaniega cuenta con interesantes monumentos arquitectónicos y elementos de interés etnográfico, fruto del paso de sus moradores a través de la historia. Las primeras culturas asentadas en Liébana están directamente relacionadas con las invasiones célticas que se produjeron en torno al año 900 antes de Cristo.

Esta población indígena cántabra ha sido el objeto de sucesivas presiones e invasiones posteriores, por parte de otros pueblos que aspiraban a dominar su territorio y reducir su famosa resistencia. Tanto los romanos 29-19 antes de Cristo, como los invasores germánicos siglos VI-VII, tuvieron que hacer frente a la irreductibilidad de los antiguos cántabros.

De la época de la débil romanización, pueden observarse actualmente las estelas funerarias de Lebeña, Luriezo, Bores y Villaverde. Pero es tras el rechazo a las invasiones musulmanas comenzado por el reino asturiano en el siglo VIII y con la “repoblación monástica” con inmigrantes hispanovisigodos y posteriormente mozárabes procedentes de las zonas en conflicto cuando, ya en el siglo X, culmina el proceso de aculturación de los pueblos indígenas.

Es precisamente de la generalización del cristianismo y la reorganización feudal del territorio el periodo a partir del cual los habitantes de la Comarca han dejado huellas de su presencia que permanecen hasta nuestros días.

Torres defensivas bajomedievales, casonas y palacios de estilo barroco, conjuntos de arquitectura rural popular y los tradicionales y escasos hórreos son los monumentos y edificaciones que han pervivido de este pasado hasta nuestros días, dignos de visitar y conocer.

Patrimonio Religioso de Liébana

La Comarca de Liébana cuenta con un interesante patrimonio religioso, construido desde las fases más tempranas de la cristianización de la península. Las primeras referencias documentales sobre la existencia de monasterios datan del siglo VIII, todos ellos ubicados precisamente en Liébana: San Martín de Turieno, Aguas Cálidas, Tanarrio (725), Lebeña, Santa María de Cosgaya y San Salvador de Villena (796).

De hecho, los numerosos monasterios que existieron en Liébana fueron la punta de lanza de la repoblación del territorio desde la Cordillera Cantábrica, a raíz del rechazo de la invasión musulmana iniciada por el reino asturiano. Este es el origen del asentamiento de dos de los monasterios cuyas edificaciones, desigualmente conservadas, pueden visitarse hoy en día: Santo Toribio de Liébana (antiguo San Martín de Turieno) y Piasca.

La Comarca cuenta además con numerosas iglesias y ermitas de origen románico y barroco, que, aunque muy reconstruidas, son testigo fiel de la importancia de la cristianización en la organización socioeconómica del territorio lebaniego.

Patrimonio Etnográfico. Hórreos, Batanes y Telares

Liébana cuenta con un interesante patrimonio etnográfico, gracias a la pervivencia de construcciones y artefactos del pasado que, habiendo perdido su valor funcional, nos permiten acercarnos a los modos de vida y los oficios tradicionales de un pasado reciente. Es el caso de los hórreos, los telares o las pisas, cuyos escasos ejemplares podemos observar en la Comarca.

Los Hórreos

El hórreo es una construcción rectangular en madera, típica del noroeste peninsular. Levantada sobre cuatro pilares para aislarlo del suelo y la humedad, su finalidad era la de conservar y almacenar las cosechas de grano, manzanas, etc, y los productos de la matanza, y protegerlos del ataque de los roedores. Su existencia está documentada en Liébana desde el siglo IX, a través de una mención hecha en el Cartulario del Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Actualmente quedan en la Comarca 17 hórreos y algunos restos más, y construidos en fechas relativamente recientes. Su ubicación es la siguiente: 12 hórreos en el municipio de Camaleño (4 en Espinama, 2 en Pido, 2 en Las Ilces, 1 en Mieses, 1 en Mogrovejo, 1 en Cosgaya y 1 en Baró); 1 hórreo en Potes; 2 hórreos en el municipio de Pesaguero (en Avellanedo y Valdeprado); y 2 hórreos en Cabezón de Liébana (en Aniezo y Cabezón). Esta escasez se debe parcialmente a que los hórreos fueron sustituidos progresivamente en la Comarca por solanas abiertas en la parte superior de la vivienda, que cumplían funciones parecidas. El espacio bajo el hórreo se utilizaba para guardar y proteger de la lluvia aperos de labranza, leña, etc. El valor etnográfico de los hórreos es reconocido oficialmente por el Gobierno de Cantabria, que ha incoado expediente de declaración de Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento, a los Hórreos de Liébana y la Panera de Cades (Municipio de Herrerías), en su Resolución de 10 de febrero de 2003, de la Consejería de Cultura , Turismo y Deporte (BOE de 18 de marzo de 2003).

Los Telares

Más escasos son ejemplares de telares tradicionales conservados en la Comarca. El tejido con telares fue una actividad que tuvo gran peso en la economía tradicional de autoabastecimiento de Liébana, especialmente en el municipio de Cabezón de Liébana. Aunque Cantabria no ha tenido nunca un papel destacado en la producción textil, era común la existencia de telares en los pueblos hasta el siglo XVIII, con los que se tejía lo necesario para el autoconsumo. Durante el siglo XIX, la penetración de tejidos más suaves y agradables da comienzo al declive de la producción artesanal de tejidos procedentes del exterior, y al proceso de abandono y desaparición de los telares. Con el éxodo rural del siglo XX, y la competencia de la producción textil industrial, la práctica artesanal del telar pierde su funcionalidad. Una vez rota la transmisión generacional, el conocimiento de la actividad y el patrimonio etnográfico de los telares están en serio peligro de desaparición. Por ello, el Ayuntamiento de Cabezón de Liébana y el Grupo de Acción Local Liébana han promovido hasta el momento dos iniciativas de recuperación de los telares y su oficio, acogiéndose a las ayudas del Programa PRODERCAN.

El Ayuntamiento de Cabezón ha adquirido dos de estos telares antiguos que sobrevivían en el municipio, y posee uno más, recientemente fabricado según el modelo de los telares tradicionales. Se trata de telares de pedales, de tipo horizontal, modelo arcaico cuyo origen se sitúa en los siglos X y XI. El más antiguo de estos telares se utilizaba para fabricar escarpines, el otro, para tejer alfombras.

Además, en 2003 se impartió un curso, segunda edición de otro anterior, que ha consistido en la restauración, el montaje y puesta en funcionamiento de los telares tradicionales de Cabezón de Liébana, paralelo a un taller teórico-práctico sobre su utilización y mantenimiento. Una vez restaurados y puestos en marcha, las prácticas se encaminaron a la elaboración de tapices, alfombras, etc. La restauración de los telares ha permitido dotar al municipio de un espacio expositivo en Cabezón de Liébana, para la observación de los telares y los distintos trabajos realizados con ellos, abierta a la propia población de la Comarca y a sus visitantes de lunes a viernes, en horario de 9:00 horas a 14:00 horas.

Los Batanes

La desaparición de los telares fue paralela al abandono también de las pisas o batanes con las que se enfurtía los tejidos elaborados en ellas. Los batanes aprovechaban la fuerza del agua para pisar o abatanar el sayal, tejido de lana recién salido del telar, y darle consistencia. Este proceso, por el cual el tejido era constantemente golpeado y mojado, podía durar hasta tres días. Son numerosas las referencias a la existencia de estos artefactos en Cabezón de Liébana (Aniezo, Ledantes o Frama). El único batán de Cantabria en buen estado de conservación es, precisamente, el de Ledantes (municipio de Vega de Liébana). La pisa de Aniezo (municipio de Cabezón de Liébana) ha sido recientemente reconstruida con fines expositivos, gracias a una subvención del Programa PRODER I. Esta acción ha dado lugar al muy visitado “Parque del Agua” en esta localidad.

Estelas Cántabro – Romanas

Las estelas funerarias cántabro-romanas que se conservan en la Comarca atestiguan la presencia de los pueblos cántabros en ella y la influencia de la romanización posterior. Han sido encontradas piedras de este tipo en Lebeña, Luriezo, Bores y Villaverde.

En Luriezo, municipio de Cabezón de Liébana, se han encontrado dos. La primera se encuentra ubicada en el interior del pórtico de la iglesia parroquial, es de forma circular y le falta un segmento por la base. De metro y medio de diámetro y tallada en piedra arenisca silícica de las canteras próximas al pueblo, la inscripción dice lo siguiente: “Monumento a Ambato Pentovieco, de la Tribu de los Ambáticos, Hijo de Pentovio de 60 años. Este Monumento lo Erigieron Ambatus y Doiderus, Hijos Suyos”.Es muy probable que el actual nombre del pueblo de Cambarco, próximo a Luriezo, proceda tras muchas derivaciones léxicas de Cambático, y esté pues relacionado con la tribu cántabra que pobló la ladera sur de Peña Sagra. Además de esta estela se han encontrado en el mismo lugar restos de otra, incrustada en el muro del cementerio parroquial.

También en los pueblos de Villaverde y Bores, municipio de Vega de Liébana, se han encontrado estelas funerarias con inscripciones de la época romana. La de Villaverde es una piedra de unos 1,30 metros, que forma parte del basamento del arco triunfal de la iglesia parroquial. La inscripción grabada en ella es la siguiente: “A los Dioses Manes. A Antestius Patruinus. Antestius Emilius a su Hijo de 25 años puso esta Emmoria en la Era Consular CCCXCII”. Además de este texto, la estela lleva figuras talladas en su superficie. En Bores apareció el fragmento de otra estela, de 60 cm. por 25 cm., que se encuentra en el muro oeste de la iglesia, bajo la subida a la espadaña. Sabemos por la inscripción que el difunto al que está dedicada tenía 25 años y que fue realizada en el año 351 después de Cristo.